miércoles, octubre 08, 2003

6
Sobre el final de la política (que acaeció hace mucho)
El profeta Schwarzenegger.

Ésta es una historia posterior a la política.
Hoy día, ya vivimos en un mundo sin política.
Ha ganado un personaje de ficción, que es multifacético.
Comenzó como un policía, como un soldado que nos libraba de los depredadores alienígenas.
Fue un tierno detective, que cuidó de los niños: un ferviente luchador contra el terrorismo.
Es un superhéroe de juguete y hasta llegó a llevar un bebé en sus entrañas...
Ahora emprende la más terrible de sus misiones: gobernar un estado con una población muy diversa y problemática.
¡Qué personaje más humano! Quién mejor que este Superhombre para ostentar el poder.
Su poder es tremendo, porque es una caricatura que ha pasado al mundo real.
Ahora es Hiperhumano.
Poseé el control de ambos mundos: el artificial y el "real".
Sueños de poder.
Este hombre es un profeta, que anuncia la muerte de la política.
¡Abran paso a la máquina de popularidad!

Ha ganado.
Su triunfo es apenas el inicio.
Un día la política muere y nos gobiernan payasos, títeres, caricaturas, arquetipos.

Quien tenga oídos que oiga.
Quien tenga control remoto que vote.

Una de dos:
o Schwarzenegger es un profeta que se libró de sus cadenas y salío de la pantalla para vivir entre nosotros
o nosotros estamos atrapados dentro de un mundo de ilusiones, de pantallas.

Bienvenidos ciudadanos del mundo a este mundo virtual.

Servantez.
5
Brevedad sobre el poder de las palabras.

Escribir no es tonto. Tonto es quien así llega a pensar.
Y claro, el que escribe busca la honestidad consigo mismo primero y después con los demás. (Mucho después, pues mares de tiempo se tienden entre la hojeada que uno da a su interior para proyectar el viento fuera de sí, y alzar la voz.)
Somos parte del sistema... eso es lo que quieren que pensemos, pero quien se respeta a sí mismo está muy por encima del sistema.
Quien está más allá de las ideologías asoma la cabeza fuera del sistema.
¿Realmente vale la pena decirle a alguien lo que uno piensa?
A veces uno anda con pretensiones de profeta...
A veces uno trata de pasar desapercibido en lo que dice...
Lo cierto es que cuando uno escribe, está transformando su propio mundo mental. Como si de alquimia se tratara.
Yo creo firmemente en seguir el impulso, el que nos lleva a compartir nuestra mente con los demás.
No concibo la escritura sin la honestidad con uno mismo, ni tampoco lejos de la responsabilidad con uno mismo y con los suyos.
Siempre que escribimos algo tiene consecuencia y resonancia.
Así nos lea una sola persona.
Nos enseñan a hablar, nos enseñan las palabras, los esquemas.
Pero en determinado momento (qué importante es esto...) el hombre se enfrenta a una decisión fundamental.
1) Hablar con las palabras de los otros y ser un repetidor de las ideas de otros, o siempre más sencillo y sano,
2) Inventar sus propios enunciados, que se convierten en ideas, que se convierten en ideologías, que florecen en nuevos universos...

El poder de la palabra es lo más humano y lo más divino...
Quien comprenda esto, puede comenzar a escribir... primero buscando decirse algo a sí mismo, para después (mucho después) dirigirse hacia los demás...

Servantez.
4
La historia del mundo, se ha estado moviendo de formas y maneras tan diversas que hablar de política, cultura y arte, es una forma totalmente diferente a lo que era hace unos años, y no se diga del Renacimiento. En la actualidad, palabras como “arte” ya no significan lo que antes significaba, un amigo bien dice que, arte ya no sólo es La Gioconda, sino un platillo mexicano exhibido en una expo de gourmet, o también incluso, arte puede ser un performance de un desnudo o un dibujo digital. Así que los conceptos, de cosas que parecían intocables, se han vuelto deformes y sobre todo moldeables. Las palabras, tales como el amor y la verdad, han sido afectadas también. Hay personas que creen que amar es creer fielmente en lo que dicta un legado de textos religiosos y que con ello, se ama, aunque maten a personas, eso es grave, algo muy desolador. Por lo que ahora, contrariando a todos aquellos que creen que las palabras buenas y las malas no existen, puedo afirmar que el ser humano, ha dejado de ser lo que correctamente era, un animal pensante habitante de este planeta, quien comparte la naturaleza junto a millones de especies marinas y terrestres. Pero lo más grave del asunto, es que a pesar de que vivimos la era del insecto, el humano ha sido la raza que más ha perjudicado este ecosistema, no sólo por sus inventos tan estúpidos como las armas nucleares, sino también por otros descubrimientos y usos que le ha dado a toda índole de herramientas. Por ejemplo, en la actualidad, se sabe que un arma puede ser cualquier instrumento filoso capaz de penetrar un cuerpo, caso que me recuerda a la obra del artista Douglas Gordon y a los cuentos de Shakespeare, donde un error, hacía que muriera alguien, incrustándose cualquier daga filosa que sirviera como herramienta para pelar manzanas. Y ahora, no sólo hay armas de todo tipo, desde las plásticas, químicas, físicas, metálicas, gaseosas y biológicas, las hay también filosóficas, políticas, culturales, artísticas, ideológicas. En sí, lo que más abunda en este mundo, son los ataques por armas de todo tipo. Lo curioso del asunto, es que nos lleva a lo mismo, que decía al principio de este texto, las cosas y las palabras han perdido su sentido, han perdido su valor original, se ha convertido en un caos que no sabemos si tendrá un fin o si acaso al menos, un receso pacífico. No quiero decir que entre tantos millones de humanos, no haya personas que sigan utilizando correctamente las palabras y las cosas, estoy seguro que habemos muchos que intentamos día a día no perder la cordura, siguiendo paso a paso, firmemente la dignidad, la honestidad, la sinceridad y sobre todo la verdad. Pero bueno, estos textos podrían parecer un sermón politeísta y creo que así lo es, no tengo afición particular hacia alguna religión, pero sí creo, que al menos hay dentro de ellas algunas fábulas e ideas que son valiosas y necesarias, pero en la práctica, todo está al revés. La música que ahora más se escucha, es la más fea, las películas que más se aplauden son las más tontas, los personajes que más ven en la televisión son los más perversos y no se diga de los políticos, porque ahora hasta se vota por un actor hijo de nazi en vez de un verdadero político o un luchador social. Estamos en plena guerra de todo, lo que llamaría a una completa crítica hacia nuestra sociedad, en todos los aspectos, hay problemas de lo más particular a lo más general. Leer a Noam Chomsky o a Gabriel García Márquez, quienes son atentos humanos de lo que acontece en el mundo, ya no sólo es necesario, sino también ilusorio. La verdad y la utopía del bien, se han convertido en el sueño más surrealista jamás imaginado. Los tiempos han cambiado, pero no lo han hecho de la forma más correcta, al menos porque en el mundo, la equidad no existe, la legalidad es violada y justificada sólo si eres rico, la representación política se ha convertido en juegos de poder económicos y nada sociales, la característica más peculiar de un dirigente está envuelta de corrupción e incluso asesinato, los derechos humanos son en la práctica el fenómeno más violado en el planeta y así, tendremos una lista infinitesimal que no pararía de contradecir todo lo que creemos normal y justo. Ahora, estoy esperando a que de plano, algo mejor pase, pero mientras haya tantas guerras por el poder y las materias primas básicas de nuestro planeta, no estaré en paz. Ni siquiera, sé que en la frontera norte de México hay paz, ni siquiera en la sur, no se diga de las demás en otros países de África, Asia, Europa y Oceanía. Alrededor del mundo, el mal está vestido de bueno, tal parece que seguimos creyendo y actuando en lo que el lado oscuro del humano dicta. Ojalá no sea así más, pero mientras hayamos tantos utópicos deseando esto, allá afuera, hay miles de pragmáticos realizando toda índole de delitos que nos están llevando a la mierda, más pobres, más muertos, menos justicia, menos verdad, más hambre, más delitos, menos valores, menos hermandad. Hagamos algo en nuestro propio entorno, aunque sea con nuestros seres queridos, pero no nos dejemos corromper ni llevar por los actos que sabemos no valen la pena.
Galex.