jueves, octubre 23, 2003

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Hoy de plano, las cosas parecen estar dando vueltas, nuestro paí­s ha vuelto a tener a los malos en las mesas de negociaciones y sobre todo, a muchos mexicanos se les había olvidado la deuda externa, el Banco Mundial, los yanquis asesinos, además de la corrupción global. Por eso, yo escribo y miento la madre a todo aquél corrupto que ha hecho que nuestro pueblo, sin deberla ni temerla, tenga una deuda externa tan impresionante que me da coraje, pensar que nosotros tenemos que pagar lo que miles de personas han gastado a su beneficio y ofreciéndole mierda a su pueblo con una deudota del tamaño de la Luna (a la que no le vemos fin, ni siquiera culpables). Lo peor del asunto, es que no hay a quién acudir, no existe ninguna Procuraduría capaz de meter a la cárcel a esos hijos de puta que nos han dado lo que han querido. Ni siquiera los altos jueces de nuestro paí­s, han sido capaces de mandar a la chingada a los poderosos deudores que han hundido a nuestro paí­s con tanta deuda externa y tanto robo bancario, petrolero y comercial, que está difícil encontrar un salvador. Hoy, la sociedad mexicana como la que era hace 100 años, sigue igual, tratando de evitar pensar en las dimensiones de la mentira y sobre todo, evadiendo la dura realidad que les acontece dí­a a dí­a. Miles de mexicanos no votan porque no creen en este sistema de ratas y transas (con nombre y apellido), que gastan nuestro dinero de impuestos en sus campañas publicitarias y en propaganda que termina en la basura, mucho menos creen en esos políticos de trajes sastre que usan autos último modelo, pero son incapaces de presionar ante la impunidad, porque viven en ella. El pueblo mexicano ha sido torpe, sordo, ciego y mudo ante la denuncia, ha sido incapaz de reprimir la mentira, al contrario, hemos sido capaces de vivir al día, aguantando las farsas y las manipulaciones del gobierno mexicano, impulsado por las decisiones de "los otros" gobernantes del mundo, los dueños de las empresas y los que exigen que les paguemos anualmente una deuda (¿Dónde está la legalidad?). Pero me pregunto, ¿para qué diablos se ha usado el dinero de la deuda?, ¿Quién pidió tanto dinero y no lo ha pagado? Estoy bien seguro que ninguno de los 70 millones de pobres en nuestro paí­s, pero eso sí­, en Los Pinos o en Washington se sabe todo, o al menos, los grandes dueños de México, los caciques del paí­s, tienen en sus manos y sus cuentas, ese dinero. Lo que me pregunto, es ¿qué tan confiable es el Banco de México y sobre todo el Banco Mundial?. Lo dudo, ambos son un vertidero de transa y mentira, que reconozco que esas dos instituciones son de las más corruptas del mundo, así que pedirle excusas y sobre todo explicaciones de tanto maltrato financiero, polí­tico y social, resulta inútil. No hay derecho. Pero bueno, he aquí­ otro texto al respecto de nuestra nueva realidad, de la real vendimia foxista impulsada por los 70 años de arrastre del PRI y de tanta mierda del gobierno mexicano. La impunidad y el saqueo de nuestro país, sigue en boga, ¡carajo!
Galex.

Privatizaciones y deuda
por Carlos Montemayor
Tomado del Periódico La Jornada (México D.F. Jueves 23 de octubre del 2003)

El 3 de septiembre de 1969 el entonces embajador de Estados Unidos en México, Robert McBride, se reunió en su residencia con varios colaboradores, empresarios y asesores a fin de analizar en privado el informe que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz había rendido ante el Congreso de la Unión el primero de septiembre de ese mismo año. En la oficina de Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación, se recibió un reporte pormenorizado de esa reunión redactado en inglés y condensado en ocho puntos; actualmente el documento se encuentra en el Archivo General de la Nación. Jacinto R. Munguía comentó algunos pasajes centrales de este reporte en la edición de la revista Proceso del 17 de agosto. Una parte del reporte me parece muy sugerente y actual.
Por esos días de la convocatoria del embajador McBride se acababa de incorporar a la embajada de Estados Unidos en México el consejero de asuntos económicos, George Faves. Si bien todos en la reunión de McBride comentaron con burla el informe presidencial, George Faves impugnó muy puntualmente una afirmación retórica y "deshonesta" de Díaz Ordaz: la posibilidad de que el gobierno mexicano pudiera en algún momento saldar su deuda externa. Faves advirtió lo siguiente: "Para que esto fuera posible, el gobierno mexicano debería de incluir como parte de la negociación de la deuda a las entidades propiedad del Estado, como Petróleos Mexicanos, Ferrocarriles Nacionales, las líneas aéreas y la Comisión Federal de Electricidad, entre otras, para complementar honestamente el adeudo''.
En ese momento, Faves insistía que sólo si el país entregaba las paraestatales podría hablarse de un adeudo real de más de 2 mil millones de dólares. Treinta y cuatro años después, cuando los recientes gobiernos de México han entregado ya Ferrocarriles Nacionales, privatizado y rescatado líneas aéreas, cedido a empresas trasnacionales gran parte de la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos, y cuando se ha extranjerizado casi la totalidad del sistema bancario, la deuda externa de México es de 155 mil millones de dólares.
En días recientes, Roberto González Amador ha dado a conocer en las páginas de La Jornada que durante la última década México ha pagado el monto de su deuda externa al menos dos veces, sin que su saldo disminuya. Explicó que entre 1992 y 2002 México envió al exterior recursos por 135 mil millones de dólares para cubrir exclusivamente el pago de intereses de la deuda externa, que hace 10 años, según datos del Banco de México y de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, era de 117 mil 600 millones de dólares. Es decir, sólo por intereses se pagó ya una cantidad mayor a la deuda. Pero además de cubrir los intereses, durante la misma década se efectuaron amortizaciones de la deuda o pagos a capital por 152 mil millones de dólares. En otras palabras, entre pagos de intereses y de capital, México erogó por compromisos de la deuda externa 288 mil millones de dólares, más de dos veces la totalidad de la deuda que hace 10 años era, repito, de 117 mil 600 millones.
Esta suma de 288 mil millones de dólares es significativa. Equivale casi al doble del total del gasto público que ejerce el gobierno mexicano en un año. También equivale, de manera aberrante, a 45 por ciento del valor del producto interno bruto (PIB).
El lector debe recordar que al término de la Segunda Guerra Mundial el monto de las reparaciones que debía pagar Alemania a los aliados ascendía a 5 por ciento del PIB. El adeudo fue cancelado por los países acreedores, ya que lo consideraron excesivo al ocasionar la descapitalización de la economía alemana. Pero en el caso de México, el peso del servicio de la deuda llegó a representar 15.2 por ciento del PIB tan sólo en 1982 y en 1990 el de 9 por ciento. El crecimiento de la deuda en los últimos cuatro años ha sido brutal. En diciembre del año 2000 llegó a 36.81 por ciento del PIB; en 2001 ascendió a 37.19 por ciento; en diciembre de 2002 alcanzó 40.21 por ciento, y en el pasado mes de junio rebasaba ya 43 por ciento. Es muy posible que al finalizar este año el porcentaje rebase 45 por ciento. ¿Por qué México y otros países latinoamericanos han recibido un tratamiento más cruel que el de Alemania como enemigo de guerra? ¿Qué falta cometimos y en qué guerra?
Otro ejemplo: el Plan Marshall para reconstrucción de Europa después de la guerra sumó 18 mil millones de dólares para aplicarse en tres años. Un poco más de ese monto pagó México por servicio de la deuda sólo en 1985, y entre 1982 y 1989 desembolsamos 111 mil millones de dólares en pagos de capital e intereses de la deuda externa pública y privada. ¿Esta violencia financiera intenta frenar un peligro mundial? ¿Es resultado de una capitulación?
Estados Unidos apoyó a Alemania porque durante muchos años fue considerada como la frontera con los países del este, como el muro de contención de la órbita soviética. Desde hace muchas décadas miles de millones de dólares fluyen anualmente de las arcas de Estados Unidos al Estado de Israel para convertirlo en una potencia militar, nuclear y económica que sea determinante en la modificación del mapa político y económico del Medio Oriente. Nuestros países no tienen fronteras promisorias ni de riesgo. No requerimos, por tanto, de ayuda; debemos pagar hasta nuestro empobrecimiento absoluto y después de liquidar varias veces la deuda aceptar dócilmente que ahora debemos aún más: 153 mil millones de dólares para el día de hoy.
En gran medida, este aumento peligroso de la deuda ha sido resultado también de un error que la administración Fox está empeñada en seguir cometiendo: creer que la empresa privada es sinónimo de honestidad y eficiencia. Los rescates bancarios, carreteros, aéreos y azucareros representan una sangría peligrosa para el país, y una demostración incontrastable de la corrupción e ineficiencia de numerosos empresarios y consorcios a quienes no les interesa asegurar un servicio público sino aumentar utilidades. Estos rescates llegaron a representar 16.17 por ciento del PIB en el año 2000; en 2001, 16.54; en 2002, 17.43 por ciento, y en junio de este año 19.12 por ciento.
Nos encontramos, pues, en una situación de peligro social, de emergencia social. Necesitamos considerarlo así. Pero la administración del presidente Fox no ha pensado en una renegociación de la deuda a todas luces injusta para el país; tampoco ha procurado una reducción legal de la deuda del rescate bancario: por el contrario, buscó la protección de la Suprema Corte de Justicia para que no se le obligara a reducir la deuda.
En este contexto, afirmar que es necesaria la privatización del sector energético para aumentar el gasto social es una tremenda mentira. Es un error disponerse a privatizar los cuantiosos ingresos del sector energético y al mismo tiempo subsidiar a los consorcios que lo están privatizando; es absurdo defender una creciente deuda en contra del desarrollo social del país. Las argumentaciones de la actual administración de Vicente Fox en la reforma fiscal y en la apertura del sector energético en este momento son peligrosas, sobre todo porque son un grave acercamiento al cinismo.

Mundo de contrastes
por Octavio Rodríguez Araujo
Tomado del Periódico La Jornada (México D.F. jueves 23 de octubre del 2003)

Bolivia y Suiza. Bolivia cuenta con 8 millones 700 mil habitantes en poco más de un millón de kilómetros cuadrados (la mitad de México). Suiza, en cambio, tiene 7 millones 300 mil habitantes en 41 mil 300 kilómetros cuadrados (un poco más grande que Guanajuato). El producto interno bruto por persona en Bolivia es de 2 mil 500 dólares al año; el de Suiza es de 31 mil 700 (13 veces más que en el país sudamericano). En Bolivia 70 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza; en Suiza no hay pobres, ni siquiera los desempleados. El índice de Gini, que mide la desigualdad en un país (donde 1.0 sería desigualdad absoluta y 0.0 igualdad absoluta) es de 0.33 en Suiza y de 0.59 en Bolivia (de los más altos del mundo).
En Bolivia los campesinos y los mineros, con apoyos de clase media, se lanzaron a las calles y las carreteras para protestar por sus condiciones de vida y por las políticas públicas del gobierno de Sánchez de Lozada. El desenlace fue la renuncia del presidente y su huida del país. En Suiza la población le ha dado la mayoría de votos al principal partido enemigo de los "pobres", es decir, de los inmigrantes originarios de Europa del este y de Africa, que aunque gozan de buenos ingresos son los menos favorecidos económicamente. En Bolivia los indios y los mestizos (que en Suiza llamarían gente de color) se alzaron en contra de un sistema injusto que tiene a la mayoría de la población en la pobreza; en Suiza un considerable número de blancos que votó por la ultraderecha (26.6 por ciento) desea que los inmigrantes que no pertenecen a la Unión Europea y los africanos y asiáticos sean restringidos en sus derechos, y si son ilegales, es decir, sin documentos migratorios para trabajar, que sean regresados a sus países. Votaron también por que los familiares de los trabajadores inmigrantes regresen a sus países de origen y que se impidan los matrimonios que ellos llaman "ficticios", mediante los cuales se pueden adquirir derechos.
Mientras en América del Sur los pueblos se mueven en contra de gobiernos derechistas -lo que no ocurre en México-, en Europa los pueblos revelan una sensible inclinación al racismo, la xenofobia, el ultranacionalismo. La pasada elección para el Consejo Nacional (equivalente a la Cámara de Diputados) dio la mayoría de los asientos al Schweizerischen Volkspartei (SVP-Partido Popular Suizo), como se denomina en alemán, y que en francés se llama l'Union démocratique du centre (UDC-Unión Democrática del Centro). La UDC, como mejor se le conoce en los países latinos, tendrá 55 de los 200 asientos del Consejo Nacional, lo cual representa un aumento de 11 diputados respecto de las elecciones anteriores (1999), en tanto que el Partido Social Demócrata, que era la primera fuerza política en Suiza, pasó de 51 asientos a 52 (véanse datos oficiales en http://www.ch03.ch/fr/resultate/hochrechnungen/resultateCH.php).
En los años 60 y 70 del siglo pasado la ultraderecha estaba representada por el partido Schweizer Demokraten (SD-Demócratas Suizos), pero su votación reciente no alcanzó 2 por ciento. Este era (y es todavía) un partido racista, xenófobo y ultranacionalista. Pero ha sido rebasado por la UDC, sobre todo por la influencia de su multimillonario dirigente Christoph Blocher (principal accionista de la empresa química EMS y propietario de un capital de mil 400 millones de dólares, según la revista Forbes). Esto es, un partido que era de centro derecha no sólo adopta posiciones ultraderechistas, sino que, al avanzar electoralmente, deja atrás al Partido Socialista, al tradicional Partido Popular Demócrata Cristiano y al Partido Radical Democrático.
La composición social de la UDC, como la de la mayoría de los partidos de ultraderecha en Europa, está formada por campesinos, artesanos, trabajadores industriales y de servicios, así como profesionales libres que se sienten amenazados en sus empleos por los inmigrantes. Este tema no lo mencionan el partido ni su dirigente. El énfasis programático de la UDC fue puesto en su rechazo a la incorporación de Suiza en la Unión Europea, especialmente en la asociación de la criminalidad y el tráfico de drogas con la existencia de inmigrantes. Vale decir que Blocher no pudo ser enjuiciado penalmente por racismo en 2001 gracias a su inmunidad parlamentaria, ya que en Suiza el Código Penal prohíbe posiciones racistas expresas. Pero una cosa es el Código Penal y otra la proclividad racista de más de 25 por ciento de los electores.
El racismo, la xenofobia, el rechazo a los inmigrantes y la intolerancia a otras culturas sigue creciendo en Europa, y ahora en la neutral y tranquila Suiza. El contraste con América del Sur es notorio. Lástima que México se parezca más a los países europeos, sin sus ventajas en niveles de vida, obviamente.