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El pasado texto fue bien largo, creo que fue porque de plano me dio mucho coraje leer el periódico y echarle más sal a la herida del país. Pero hoy, como que luego de ir al cine y ver “Petite coupure” de Pascal Bonitzer, me subió el ánimo. Creo que el ánimo es algo bien latente de perderlo, o al menos, es fácil de subir y bajar el temperamento para explotar ante las situaciones de la vida. Hoy, lo único que ha terminado mal es que me duele la cabeza. Pero ha sido un día extraordinario, en el cual, hacerle mucho alarde a la política mexicana sería otro día echado a perder, por lo que hoy mejor hablaré del tour de cine francés que me he aventado estos días y que a mi parecer, el montaje de la obra de Pascal Bonitzer que acá por fin en México le pusieron “Pequeñas cicatrices”, me es un grato momento por el cual, el cine francés ya tenía tiempo sin producir algo así tan chido, aunque sea medio patética y absurda, el guión está muy bueno, se las recomiendo. El resto de las películas de este tour organizado anualmente en México, ha estado regular, mejor que malas, pero yo esperanzado a sobrepasar películas de Godard, Truffaut, Tavernier, Denis, Man Ray, Painleve, Kasowitz, Chabrol, etcéteras. Pero más que extrañar al cine francés, lo que quisiera que no fuese extraño es que en México no se esté produciendo tanto cine como debiera. Ya nos sabemos de memoria la historia del cine mexicano, de la época dorada (que a mi parecer, ni tan dorada, porque se hicieron un chorro de películas basura y pocas son rescatables) hasta el famoso slogan del “nuevo cine mexicano”. Creo que nos falta mucho poder superar al cine francés, pero más que eso, faltan tanto guiones como dinero. Se dice mucho que el cine mexicano, no tiene dinero, pero les juro que si se destina todo el dinero a producir refritos de “Amores Perros”, pues nunca vamos a superar el trauma. Lo que pasa en el cine mexicano, es algo que pasa igual en el fútbol mexicano y la música mexicana, la gente siempre va a pedir lo más conocido. Estoy seguro que hay miles que piden a gritos el nuevo Pedro Infante (con su debido respeto, pero ese cine misógino y ranchero no me late) o que siga jugando Hugo Sánchez en la selección, así de pocos talentos se apoyan en el país o pocos se dan a conocer, que contados con los dedos tenemos a nuestros actores, directores de cine y sobre todo productoras. Me da curiosidad saber que tan sólo en 2002 en Francia, se produjeron 67 óperas primas, lo cual compite en nuestro país con salvaje ventaja. Obviamente, aunque el cine francés nació en Lyon y son muy fieles a sus creaciones artísticas, nuestro país también produjo cine desde que los Lumière mandaron su cine a nuestro país, pero la onda es que en materia de escuela, talento, seguimiento, producción y guiones, estamos como retrasados o un poco mal balanceados. Porque eso sí, talentos como los hermanos Cuarón, Iñarritu, familia Ripstein y uno que otro u otra directora dispersa por ahí. Si acaso, las últimas dos películas mexicanas que me gustaron fueron “Amores Perros” y “Japón”. Algo que a mi parecer, da un plus al guionismo mexicano, y eso que no son las mejores películas mexicanas de la historia de nuestro cine, si están arriba del nivel actual. A lo mejor, tanta muerte y tanta desolación, es la que ha llevado que el cine mexicano, esté estancado (sic). Creo que si al menos, se intenta mejorar el apoyo no sólo gubernamental, sino en las universidades que otorgan servicios de cine, la gente podría ponerse más de acuerdo, sobre todo porque el medio del cine, a veces frívolo, a veces plástico, es muy variable y sobre todo, la voluble sociedad mexicana del cine, ha hecho que no todos los cineastas se apoyen entre si. Pasa lo mismo que en cualquier otra industria o ramo artístico, las envidias afloran más que el apoyo. Y el caso mexicano, es donde abundan la envidia y el darle la espalda a los nuevos talentos. Además, se vive un panorama de “palancas”, como si fuera oficina de trámites de licencias de manejo, los cineastas también han caído en la corrupción y los malos tratos, abunda el malinchismo, la diferenciación entre clases sociales (si tienes dinero alcanzas que te distribuya X persona, si no tienes dinero, pos nadie te apoya), así de simple y trágico. Qué tiempos aquellos en los que el cine, era capaz de experimentar, donde ni importaba si tenías tanto dinero, y lo único que valía la pena era la historia, ahora es al revés. Por más que se tenga una historia buena, lo que más les late a los productores mexicanos es que haya publicidad y sobre todo distribución. No importa qué tan mierda sea la historia, lo que vale la pena, es hacer ruido mercadotécnico. Eso no. Jamás recomendaré películas de Televisa o TvAzteca, mucho menos, cuando las historias de telenovelas las llevan al cine, o hacen que “actores” como Gloria Trevi o Sergio Goyri hagan películas (hay un límite muy cabrón entre lo kitsch-naco y lo chafa). Incluso, decir que los Hermanos Almada son chidos, sería como decir que las películas de Kieslowski son una basura (sic). A mi parecer, el gusto del lector o el público del cine mexicano, está bien segregado, los hay quienes detestan la programación de Cinemark o las nuevas salas “estilo yanqui” promueven (toda especie de churro filmes gabachos y películas mexicanas de renombre), y hay otros, que no se pierden la cartelera de los foros de la Cineteca Nacional, la Muestra Internacional de Cine o las nuevas opciones de los festivales de cine, en Guadalajara, Cancún, Acapulco, donde se proyectan cosas mucho mejores que en Cinemex WTC en el Distrito Federal. La onda, es que ahora, el cine está bien caro y con las nuevas reformas que han hecho a la ley de cinematografía, parece ser que a pesar de que los cineastas y los actores involucrados en la democracia y la lucha por un cine ejemplar, se les oponen los intereses de unos cuantos yanquis y gobernantes mexicanos neófitos del talento mexicano y sobre todo del significado del arte cinematográfico. Tal parece, que ahora los que mueven y manejan el cine nacional, están cuajados en un molde financiero lleno de propuestas que sólo dejen dinero y les vale el contexto, el contenido y hasta la forma en la cual se hace cine, lo que está en boga es hacer películas que tengan auge en publicidad, pero no en sí como un cine integral y propositivo. Incluso, actores que se dicen ser las nuevas estrellas de cine, han hecho cada barbaridad que bajan de nivel, ante semejantes propuestas fílmicas comerciales, sobre un extinto cine de arte mexicano. Ya ni se hable de las propuestas mercantiles de cineastas como Arau o Sariñana, quienes siguen enclaustrados en la idea de que Hollywood es lo de hoy y que hacer ficción barata y con medio actores de televisión harán una película de culto, creo que se equivocan. Prefiero seguir los pasos de cineastas mexicanos, que están comenzando desde abajo, sufriendo por tener latas, sudando la gota gorda por un guión con contenido y forma, apoyo a cineastas comprometidos con el cine, no con el dinero. Y es por eso, que nos falta mucho, en comparación con Francia, ya decir Estados Unidos, pues me da hasta hueva y dolor de cabeza, comparar esa industria con la nuestra, no porque sea mala, sino que su modus operandi más famoso si es una completa mierda, por algo, son pocos los cineastas yanquis que valen la pena, contaditos con los dedos. Y en México, contaditos no sólo con los dedos, si no que luego de estar contando los talentos, cuando los vuelves a contar, ya no valen tanto la pena. Y eso que soy un cineasta como bien dijo una amiga de “debut y despedida”, pero en unos años, ahí veremos de qué lado masca la iguana, no me daré por vencido. Aunque no me sirvieron de mucho mis clases de guión con Guillermo Arriaga, seguiré dando la mata por el contenido y la forma del cine que quiero ver y hacer.
Aun así, a pesar de hablar de cine, aquí les dejo un texto, el cual abunda sobre el tema del gas mexicano y la corrupción actual.
La impunidad en el futuro
por Laura Alicia Garza Galindo
Tomado del Periódico La Jornada (México D.F. Miércoles 22 de octubre del 2003)
Sí, tiene razón: las cosas en el Poder Legislativo avanzan despacio. En cambio, en el Poder Ejecutivo se desempeñan veloces. Es muy simple: en las cámaras legislativas es menester consensuar, negociar entre muchos actores, y no todos pensamos igual, menos aún en esto de las privatizaciones energéticas; y, en efecto, hay decenas de asuntos que no se pueden descuidar, nos corresponde cuidar muchos flancos, todos abiertos al mismo tiempo, lo cual de ninguna manera es casual: es una estrategia fina, delicadamente elaborada, con el propósito de entretenernos, distraernos.
Pero a usted y a mí, y a muchos más preocupa, en verdad, el galopante frenesí con el que la Federación actúa, lo que en riquezas cede. Todas y cada una en detrimento del bienestar no sólo de los que hoy vivimos en este México incierto, sino pensando en sus hijos, en sus nietos y, seguro, en sus bisnietos. Quienes usufructúan el poder no tienen que preocuparse, por las propias riquezas que acumulan, ni por ellos ni por su descendencia quizá en lo que reste de este siglo recién iniciado. Actúan y proyectan su inmensa impunidad hacia el futuro. Aquí, como dice Creel, no hay cholitos ni Evos Morales... Bolivia está lejos. Y como me decía un gran amigo bromeando cuando le señalé la impunidad de quienes hoy usufructúan el poder público: "seguramente mis nietos comprarán gas boliviano en el sur de Texas." Pero que ahí está el futuro amenazante para la mayoría, ahí está, mientras a otros no preocupa: ellos, sus hijos, nietos y bisnietos vivirán muy bien. Sólo importa acumular.
Pero vamos a lo nuestro, a los eliminados contratos de riesgo de hace 50 años, que ya pagaron nuestros antecesores, y analicemos los mitos con los que Pemex se cobija para lograr asentar el saqueo que realizarán con flagrante impunidad unos pocos por la vía de lo nuevo: los CSM, a partir de los cuales la Federación ha construido varios mitos para entrar por la cuenca de Burgos al Golfo de México, que es el bocado apetitoso.
Mito I: "No tenemos financiamiento"
El contrato de servicios múltiples (CSM) otorgado por Pemex a la empresa trasnacional española Repsol -sí, la que saqueó a Argentina y en parte a Bolivia-, tiene un costo de 2 mil 400 millones de dólares, según afirma Pemex. Pero, según los expertos, esto es falso en virtud de que a nuestra empresa le conviene inflar las cifras para alimentar este mito y justificar esta plena violación a la Constitución y al estado de derecho, al tiempo que se sacrifica el presupuesto nacional, y en especial el gasto social que demandan con urgencia los más de 60 millones de mexicanos que viven en condiciones de seria precariedad.
Quienes conocen a fondo estos esquemas -sí, nuestros gratuitos asesores-, los 2 mil 400 millones de dólares son inversiones acumuladas. En realidad lo que se requiere para inversiones directas será un monto de no más de 200 millones de dólares. Repsol, para hacer este sucio trabajo como otros que ha realizado, requerirá comprar de dos a tres equipos de perforación -y eso suponiendo que Pemex no se los preste-, más algo de equipo para procesar el gas y conectarlo a las instalaciones que ya posee Pemex. Y en cada pozo que trabajen, claro que encontrarán gas. Las reservas ya están comprobadas en los territorios -o bloques- de la cuenca de Burgos, licitadas y en proceso de licitación. Porque Pemex ya gastó en realizar la exploración sismológica, lo que garantiza que existe gas en los pozos a explotarse. Así que Repsol sólo tendrá la inmensa tarea de conectarse al pozo. Y los CSM, también conocidos como los viejos contratos de riesgo, prohibidos expresamente por la Constitución, les generarán ganancias a 20 años y la inmediata recuperación de sus inversiones: 200 millones de dólares en supuestas inversiones, más los 2 mil 400 millones de dólares que dicen que cuestan, más las ganancias -50 por ciento- del gas de cada pozo, mientras haya gas en él.
Para cerrar con broche de oro y al menos poner en tela de juicio las declaraciones de quienes ayudando a los foxistas afirman que en efecto no hay actualmente financiamiento, sólo es cuestión de recordar que la explotación de hidrocarburos es el mejor negocio del mundo. Y que nada más este año Pemex entregará al gobierno 400 mil millones de pesos sólo en impuestos, por la vía de la Ley de Ingresos; y a esto habrá que agregar el uso del techo de deuda de la empresa, más la contratación de certificados de depósitos, por 20 mil millones de pesos, avalados por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Según informan los medios, la colocación será durante los próximos 10 años, pero para finales de este 2003 se habrán colocado 6 mil millones de pesos en el mercado nacional, en donde se comprarán dichos certificados como pan caliente -eso sí, pan del bueno-, dado que Pemex es una empresa de clase mundial, que sola y con sólo una parte de sus recursos podría financiarse. Por ello es que desde la Cámara de Senadores se impulsa una iniciativa de ley para conceder, por lo pronto, autonomía de gestión y autonomía financiera a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y lo mismo procederá en el corto plazo para Pemex. Y, por último, vale destacar que los bancos "nacionales" son en buena parte propietarios de las empresas que impulsan la privatización energética de Pemex y CFE.
Mito II: "Se mantendrá la rectoría del Estado"
En los hechos, al violar la Constitución, se modifica de facto el marco legal y la responsabilidad de Pemex para justificar la apertura a la participación extranjera en la extracción de gas no asociado, afirmando, sin embargo, que se mantendrá en forma rigurosa la rectoría del Estado. Hasta este momento, Pemex ha trabajado con contratos a precios unitarios, con los que define los trabajos a ejecutar y los volúmenes de obra. Es Pemex el que está obligado a contratar, operar y decidir, y también a firmar los 30 o más contratos de obra a ser ejecutados. Es, pues, Pemex quien ejerce la rectoría del Estado.
Con los CSM se permitirá al contratista determinar todo: dónde, cómo y cuántos pozos hay que perforar en cada uno de los siete bloques de la cuenca de Burgos. Y será Repsol quien firme los 30 o más contratos que se requieran. Su obligación consistirá en someter a consideración de Pemex el programa, y éste lo aprobará. Pemex cede en los hechos la rectoría del Estado a una o más empresas extranjeras. En el muy remoto caso de no ponerse de acuerdo, se someterán las dos partes a un perito y después irán a tribunales. La pérdida de dominio, autoridad y control de Pemex en los CSM es evidente.
Es lógico que el contratista hará un programa con el mayor volumen de obra posible, cuidando sólo que la cantidad de gas obtenida sea suficiente para pagar a Pemex. No buscará que las obras sean las más productivas, ya que en esto no tiene ganancia alguna. Además, como el contratista también hará los estudios de geología, geofísica, yacimientos, etcétera, le será sencillo mostrar a Pemex sólo los resultados que le convienen. El contratista cuidará maximizar sus utilidades y no los intereses de Pemex -en este caso de la nación, por ser una empresa pública- y Pemex "ingenuamente" establece un contrato que limita su poder de decisión, de autoridad y de experiencia. Es evidente, por lo tanto, que sólo se simula la rectoría del Estado.
¿Por qué sucede esto tan grave para el país? Primero, por los compromisos de este gobierno con los extranjeros; después porque a Pemex y a sus servidores públicos les tiembla la mano cada vez que tienen que firmar 30 o más contratos, que debería subcontratar. Es más fácil, aunque se viole la Constitución, firmar por lo pronto sólo un contrato: el de Repsol. Lástima que no les tiemble la mano para recibir sus abultados salarios y traicionar al país.
Precisamente estos procedimientos de simulación son los que el gobierno federal intentó legalizar a través de la Ley de Obra Pública y Adquisiciones, que no se aprobará en el Senado. Y dado el interés de los contratistas y proveedores del gobierno federal, se ha realizado una amplia consulta con una serie de colegios y diversas organizaciones interesadas para revisar la legislación vigente, la reforma que pronto, asumo, se hará a la citada ley en el año 2000.
Galex
miércoles, octubre 22, 2003
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